Uno de estos días, fuí al mercado de la cruz a desayunar, mientras comía unos ricos tamales Oaxaqueños y un atole de guayaba, se me acercó una viejita y me pidió una moneda:
- ¿Podrías darme una ayuda?, ya tengo 85 años, se me acaba de romper mi mano y mi Dios me abandonó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario