jueves, 26 de septiembre de 2013

IV.- mundo maya



La primer persona  que me habla con ese acento me deja enamorada.

No es un sueño porque han pasado varios días y la gente sigue siendo amable y abierta.

La comida es rica y barata: salbutes, frijoles negros con puerco, cochinita… una delicia.

En los hostales son unos culeros pues siempre le dan preferencia a los extranjeros; en cambio, hay hoteles bonitos a un precio justo.

En donde estoy hospedada hay un letrero que dice: no le de alimento ni moleste a la   zarigüeya .

En frente está el Maya Pub. Tienen mal servicio, el piso de grava, nacionales y extranjeros beben cerveza de barril, conozco a dos colombianos que se hospedan en el mismo hotel que nosotros, nos invitan cerveza, se quedan platicando con las niñas de al lado, pierden su vuelo de las 6:30 am… una maravilla.

Aquí el agua sale caliente a medio día y para estar medianamente fresco hay que ducharse 3 veces al día, o en su defecto ir al cenote en Cho Cho Lá que se encuentra a una hora de la ciudad.

El pueblito es meramente bicicletero y también todos andan en moto descalzos y sin camisa. Un enano y otro señor me piden en maya un cigarro, lo sé por la señal universal de llevar los dedos índices y medios cerca de los labios.

El cenote subterráneo  es un sueño: el agua fresca, estalactitas como techo que gotean agua dulce. Ahora entiendo un poco de las visiones prehispánicas: el reflejo del techo en el agua  se confunde en una sola imagen de otra dimensión mientras murciélagos pasan rozando tu cabeza.

Conseguimos un pequeño depa entre la calle 66 y 73, está cotorro y de un tamaño decente: tiene baño, regadera, ventilador, estufa, cama, refri… todo por $400 a la semana.
Está ubicado al lado de la cantina donde hay “bellas edecanes y nueva administración”. En la puerta de la casa hay un letrero que ofrece el show de paquita la del barrio; el artista es el casero, se llama Don Pedro o también puedes llamarle “la dueña”.
Es muy agradable y respetuoso, por las mañanas limpia su casa y se pone a coser  ropa sentado en la entrada de la puerta.

Si quieren venir tomen un camión que diga “amapola 66 rojo centro”.

Estamos buscando una playa cercana y dicen que Progreso está a una hora.
Por $42 tienes el viaje redondo.

Es de ensueño la tranquilidad que se siente al llegar, el agua es calma de azul turquesa y aquamarina, la arena blanca llena de conchas blancas… y está prácticamente vacía por ser temporada baja y entre semana.

Pero bueno, todo sueño termina de una u otra manera, mientras escribo esto veo del lado izquierdo el mar 
que está atardeciendo, decidí regresar en camión en lugar de volar alto y lejos.

Campeche y ahora Tabasco, el mar no es igual pero lo sigo disfrutando tanto como se puede disfrutar ir sentada más de 20 horas en temporada de huracanes por todos lados.

III.- Sobre la tormenta.



Esta línea aérea es peor que los autobuses coordinados ofreciendo una bolsa de papas y un vaso de coca- cola como refrigerio a medio vuelo.

 Volteo hacia la derecha y veo cuadros azules como pixeles intermitentes en el cielo; así se ve la lluvia reflejada en los foquitos de los alerones.

Es una belleza…. A lo lejos en lo oscuro de la noche a varios miles de pies sobre la tierra se dejan ver los rayos imponentes e incansables.

Pocas veces tan cerca de la tormenta y tan sobre de ella.


II.- El circo subterráneo.

II.- El circo subterráneo.

En el metro   hay un circo donde faquires moneando se acuestan y restriegan sobre vidrios rotos de cerveza mientras un globero ofrece sus productos.

No me gusta, me pone de malas “la gran ciudad”; nadie te ayuda… ni siquiera los que cobran sueldo por servirte se toman la molestia.

Allá a nadie le importas, no existes, no interesas. Todo huele a tacos de canasta y la zona rosa y Polanco y Coyoacán solo son una fachada. De esas fachadas que huelen a vino tinto y channel #5.

En el aeropuerto hay muchas “niñas” bonitas, flaquitas vestidas de negro entallado con tacones metálicos y maletas con rueditas deslizables.

Un par de tipos arrogantes  le ordenan a la mujer que abra la cajuela y se haga a un lado porque ellos manejan.


Yo me fumo un cigarro mientras observo a los paseantes del no lugar… tan de paso… tan de hueva.  

lunes, 9 de septiembre de 2013

Rusty James

Tengo un pez

es beta... azul metálico

tengo un pez

los dos damos vueltas dentro de la pecera

tengo un pez

se llama rusty James

tengo un pez

mañana me lo llevo conmigo.