II.- El
circo subterráneo.
En el
metro hay un circo donde faquires moneando se
acuestan y restriegan sobre vidrios rotos de cerveza mientras un globero ofrece
sus productos.
No me gusta,
me pone de malas “la gran ciudad”; nadie te ayuda… ni siquiera los que cobran
sueldo por servirte se toman la molestia.
Allá a nadie
le importas, no existes, no interesas. Todo huele a tacos de canasta y la zona
rosa y Polanco y Coyoacán solo son una fachada. De esas fachadas que huelen a
vino tinto y channel #5.
En el aeropuerto
hay muchas “niñas” bonitas, flaquitas vestidas de negro entallado con tacones
metálicos y maletas con rueditas deslizables.
Un par de
tipos arrogantes le ordenan a la mujer
que abra la cajuela y se haga a un lado porque ellos manejan.
Yo me fumo
un cigarro mientras observo a los paseantes del no lugar… tan de paso… tan de
hueva.
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