domingo, 12 de mayo de 2024

EL DÍA QUE RESPETÉ A LAS CUCARACHAS

 


Fué una tarde calurosa, llevaba días entre salas de emergencia y un piso de terapia intensiva.

Noches sin dormir, escuchando gritos y gemidos; cuidaba a una tía y toda persona cuidadora sabe que cuidar te acaba la vida.

Casi no tenía tiempo de comer, ni se me antojaba alimentarme dentro del hospital entre olores a medicina, orina y sangre.

Salí a comprar una torta de jamón, afuera, en los estanquillos del ISSSTE, me senté en una jardinera a rumiar sobre la vida mientras deglutía mi tortuga ninja.

Un trozo de jitomate se cayó en un pequeño agujero entre la tierra y el cemento y de ese pequeño tunel se asomaron dos o tres cabezas con antenas y empezaron a devorar la rebanada roja que por obvias razones ya no iría a mi boca.

Estaba tan cansada que no me espanté, ni sentí asco, las observé un rato, antes de seguir el turno de cuidados.

No puedo decir que valoré su belleza, pero entendí que esos seres que tanto despreciamos se encargan de transformar nuestros desechos, los que se nos caen por descuido y también los más horrendos.

Desde entonces no grito cuando los veo ni mato a ninguno de esos insectos.



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