Detesto observar este edificio
destruído
Me planto en su centro con las manos
recargadas en la cadera mientras levantando polvo pasa el viento.
Giro hacia un costado y me duelen los
pechos tanto como los pensamientos:
“No.No todos los hombres piensan solo
en el cuerpo” “No.No todas las mujeres odian y desprecian a su
propio género” “No.No todos los adultos mayores le ponen la bota
en el cuello a los pubertxs.”
Subo una escalera y revienta en mi
cerebro:
“No.No todos los humanxs son de
plástico” “No.No todos los gobiernos son un asco.”
Me asomo por una ventana liberando con
un grito lo trabado de la quijada:
“No.No todas las religiones controlan
a sus seguidores y los despojan del libre pensamiento.”
Trastabillando librando objetos recorro
el piso y me detengo frente a un espejo.
Levanto un pedazo de cemento y lo
aviento estrellando mi imagen y en voz alta repitiendo:
“No.No todo el tiempo eres tu propia
esclava amarrándote con las cadenas del sentimiento.”
“No.No todo el tiemppo tienes que ser
la mejor versión de ti y remar contra tu propio aliento.”
Me arrodillo entre los escombros y
jadeo abriendo los puños astillados por vigas de madera del
chismorreo:
“Este edificio sigue vivo. Aún no sé
si tendré que derruirlo.”
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