Dejar de hablar en tercera persona es
lo único que te puede calmar
Levantar el cuello con los ojos
cerrados sin temor a que te muerdan la yugular
El ardor de garganta, cabeza y cuello
por una mirada tierna transformar
No puedes negar la belleza de aquella
bestia que con un crujido de sus dientes te puede matar
Y no lo hace
Te observa y te lame cuando no puedes
respirar
Te regresa suavemente
Te aleja del huracán
un instante por un instante el aire
libre está
Ese rayo de luz dorada por tu pupila a
tu alma entrará
Tal vez tal vez querida niña
aunque el dado de la vida se vuelva a
lanzar
mas que mas por un instante te puedas
controlar.
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